LA EDUCACIÓN CANINA

 

    La socialización es el factor básico en el aprendizaje, y determinará indudablemente los cimientos para formar el temperamento de nuestro perro. Ya desde que nacen, hay que empezar a educar. Primeramente a los ruidos, olores, ambientes, colores, etc... Más adelante, entre los 21 días y 90 días es el momento idóneo, ya que estará en la fase de socialización en donde el cachorro se convierte en una esponja. Ha de vivir el máximo de experiencias, y todas ellas deberán ser gratas y placenteras (más aún si son cotidianas). Todo a lo que no se le acostumbre a esa edad le será extraño. Por ello un desapego temprano del cachorro de con su madre y hermanos no es aconsejable, debiendo pasar un mínimo de 7-8 semanas con ellos para conseguir una correcta socialización y evitar así conductas inapropiadas (como caracteres miedosos o agresivos).

 

    Y ¿cómo debemos educar?. Pues siendo nosotros los jefes de la manada. En las salidas diarias no permitiremos que tire de la correa o que pase por determinados sitios delante de nosotros. En casa le daremos de comer cuando digamos nosotros (lideres jerárquicos), y no cuando él lo pida, y una vez servida no comerá hasta que se lo indiquemos. Para evitar "gruñidos", desde temprana edad le quitaremos su comida un par de veces, para volvérsela a dar pasados unos segundos. Así sabrá que su alimentación depende por completo de nosotros y de nuestra voluntad, y no a la inversa. Esta comida le será retirada pasado un tiempo prudencial (entre 15 y 20 minutos), que será el suficiente para haber terminado si el perro realmente tenía hambre - no es bueno que el perro tenga la comida a su libre disposición, exceptuando los cachorros de temprana edad -. No permitiremos a nuestra mascota subirse encima de nosotros (el perro sumiso NUNCA se subiría encima del líder) y mucho menos marcar el territorio dentro de casa (mear por las esquinas) que es del amo.

 

    Los juegos los empezaremos y acabaremos cuando nosotros (líderes de la manada) digamos, quedando SIEMPRE el codiciado objeto de juego en nuestro poder. Reprimiremos cualquier atisbo de conducta agresiva, incluidos los gruñidos (ya que son una forma de retar nuestro liderazgo), hacia cualquier miembro de la familia (ya que todos deben ser los líderes, por encima de nuestra mascota) con firmeza y proporcionada severidad. Y aún diría más: no dejaremos que lo haga con ninguna persona; no concibo la convivencia con un perro que ladra ante la presencia de amigos y familiares, o se sube encima de ellos; y cuando salen de paseo no lo pueden perder de vista porque al mínimo descuido... te la lían. Todo esto denota una falta absoluta de control sobre el perro, una total indisciplina y una clara ausencia de educación (con la consiguiente vergüenza para su dueño). Una persona que saca de paseo a su perro debe comportarse como líder del mismo.

 

    A la hora de educar, daremos las órdenes con firmeza y tranquilidad, pero sin agresividad. Con paciencia y rutina seremos capaces de hacerle entender a nuestro pero las órdenes que le queramos dar, siendo estas ordenes breves y que no se repetirán. Es conveniente no alargar demasiado las sesiones de obediencia. Es más adecuado hacerlo en periodos cortos y continuos, que en largas sesiones y encima esporádicas. Tómate tu tiempo, sin prisas ni nervios, ya que de otra manera podríamos retroceder en el aprendizaje ya conseguido de sesiones anteriores. Empezado el ejercicio, no se debe dejar hasta finalizar. Hemos de ser constantes y pacientes (claves del éxito), y recompensar (mediante premios y caricias) a nuestra mascota cuando los ejercicios hayan sido positivos. Una vez que el ejercicio sea comprendido por el perro, y sólo entonces, podremos pasar al siguiente. No es aconsejable finalizar la sesión de ejercicios cuando no se han realizado correctamente.

 

    Tenemos que hacer ver a nuestra mascota que somos nosotros los líderes, y nosotros somos quienes decidimos cuando se come, cuando se sale de paseo y cuando se juega. Un cachorro al que dejamos que juegue continuamente, que rompa lo que quiera, que nos muerda las manos y que haga lo que él quiera y cuando él quiera - siendo nosotros permisivos en esas conductas -, se convierte en un animal dominante que hará tambalear nuestro puesto como líderes, y eso no se puede permitir de ninguna de las maneras. El perro es el que ha de estar "atado" a nosotros, y no nosotros al perro. Somos nosotros los que mandamos. Nos haremos de respetar, y seremos nosotros quienes decidamos todo lo que respecta al perro siendo nosotros quienes regimos su vida, y no al revés.

 

    Las claves del éxito en la educación de nuestra mascota son la firmeza, la paciencia, la constancia, ayudados por la rutina. Esta rutina dará estabilidad y regularidad al cachorro; tendremos que ser rutinarios en todas nuestras acciones: sacar de paseo al animal después de cada comida, a primera hora del día y a última, después de un largo sueño o cuando olfatee insistentemente, ya que son señales inequívocas de que nuestra mascota quiere buscar un lugar para defecar y/u orinar. Es importante dar tiempo al animal en cada salida que hagamos para que se desfogue y haga sus necesidades. Lo normal serían unos 20-30 minutos por salida, y nunca menos de tres diarias. Colmaremos de elogios al cachorro cuando realice sus necesidades en el lugar adecuado, premiándole al finalizar (con alguna golosina al principio, y con unas simples caricias cuando ya lo haga de forma natural). No es aconsejable castigar demasiado cuando no lo hace bien, ya que se aprende más premiando lo positivo, que castigando lo negativo. Lo que hay que tener claro es que el castigo debe ser inmediato al hecho indeseado, de forma proporcional y ponderada, y siendo constantes cuando aparezca esa mala conducta.

 

    Hemos de diferenciar bien los espacios que son del amo, y los del perro. Si, en efecto el perro ha de tener su espacio de descanso en paz y tranquilidad, pero ese sitio nunca será el sofá o la cama (¡faltaría más!); parte de ser sitios ilógicos, son aún peores debido al fuerte latigazo de columna que le supone al teckel el subir o bajar de estos sitios, al igual que las escaleras.

 

    Enseñar desde un principio es simple y requiere de un mínimo esfuerzo, mientras que pasado el tiempo, debemos corregir - lo que nos demandará mucho más tiempo y dinero, ya seas tú el que lo hagas o un adiestrador profesional. El juego es la forma en que todos los cachorros aprenden a relacionarse entre ellos mismos y con nosotros.


    Es mejor un mes de adiestramiento, que toda una vida de sufrimiento; ya que un perro correctamente educado te colmará de felicidad a lo largo de doce años de media, mientras que un perro incorrectamente educado te llenara de problemas a lo largo de ese mismo tiempo. Qué sensacional es poder sacar a tu mascota de paseo, compartiendo un tiempo de juegos y una complicidad plena, y por contra qué vergonzoso puede llegar a ser el ver a un perro incapaz de obedecer, con una gran afición a la huída y el escapismo, y su dueño preocupado y nervioso por no poder controlarlo.


    Un consejo os voy a dar: todo el tiempo que pases con tu mascota es poco. ¡Aprovéchalo!.

 

 

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